“Somos herederos de un patrimonio que es necesario hacer conocer y seguir la línea de una creación artística”.
Rodeado de personas que hablaban y cantaban en quechua y una biblioteca familiar, Víctor Tenorio García, también llamado VITE, es un escritor que descubrió en los libros su pasión por las letras y un firme compromiso por la difusión de la lengua quechua.
“Muy niño fui motivado por la familia que tuve, unos tíos que les gustaba mucho la literatura y tenían bastante bibliografía. Me escapaba siempre para escuchar eso, adivinanzas, cuentos, fábulas”, cuenta.
Su gusto por contar historias y declamar lo llevó a destacar en la escuela. En secundaria, ganó un concurso regional por el Día de la Madre. Luego ingresó a la Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga, donde pudo acceder a una verdadera biblioteca. “Era una pasión para mí leer”, recuerda. Allí escribió El Cantar de Ayacucho, un poemario en prosa que recibió elogios por parte de sus propios maestros.
Una de sus principales preocupaciones fue que Huamanga apareciera en la literatura. “Los jóvenes escribían de afuera… pero no de nuestro contexto inmediato. Así que dije yo: ¿por qué Huamanga no puede tener presencia en las letras?”. Por eso ambientó varios de sus libros en la ciudad, en escenarios reconocibles para los ayacuchanos.
El otro gran eje de su trabajo ha sido la reivindicación del quechua como lengua literaria. Al leer a autores como Porfirio Meneses o Salvador Cavero, descubrió la riqueza de su idioma materno. Así comenzó a escribir poesía en quechua, y en un concurso nacional organizado por la Universidad Federico Villarreal ganó el primer premio junto a Ranulfo Fuentes.
Pero quiso ir más allá. Así escribió cuentos en quechua con estructuras modernas, usando recursos como el tiempo circular y el suspenso. Uno de sus libros de cuentos fue financiado por el Ministerio de Cultura, que reconoció su valor.
“Fue una satisfacción grande, pero fue una motivación para mis libros, no es la simple descripción, sino la construcción de la búsqueda de una mejor expresión artística”, acota.
Tenorio destaca que el quechua no es solo una lengua, sino una forma de ver el mundo. “Es toda una filosofía, una concepción. Es entender, respetar y validar la cultura ancestral”, afirma. También lamenta la falta de preparación de muchos docentes para enseñar en quechua con las herramientas adecuadas.
“No dominar una asignatura, no basta con enseñar la gramática. El quechua es mucho más.”.
Un mensaje para los jóvenes escritores
A quienes desean escribir, sobre todo en quechua, les recomienda primero conectar con su identidad.
“La identidad cultural es importante, sentirse parte de qué cultura es. Si uno se siente más andino, va a entrar dentro de ese mundo”, dice.
También habla de la importancia de la pasión y el compromiso.
“Es muy difícil publicar en quechua. No hay correctores, la computadora lo corrige mal, y a veces el trabajo se vuelve más duro. Pero eso no debe desanimarnos.”
Para él, la escritura es un trabajo constante.
“Debemos tratar que la publicación sea cada vez mejor. Un libro tenemos que corregirlo muchas veces. En la corrección se encuentra una pasión. Más incluso que en la escritura”, mencionó.
A sus más de 80 años, Víctor Tenorio sigue escribiendo, enseñando y defendiendo la literatura quechua y la cultura andina.
“El ser escritor es vivir, es estar en constante trabajo en las letras. Y leer, sobre todo leer a los grandes clásicos. No para imitarlos, sino para crear lo suyo propio”, finalizó.
Síguenos también en nuestras redes sociales:
Búscanos en Facebook, Twitter, Instagram y además en YouTube. Únete también a nuestro canal informativo de WhatsApp haciendo clic AQUÍ.