En el centro artesanal de Soshaku Nagase, en Ayacucho, la figura del campesino no solo vive en los campos, sino también en el arte. En retablos, cerámicas y bordados, artesanas locales plasman escenas de cosecha, arado y vida rural, mostrando el rol esencial de quienes alimentan a la ciudad. Pero esta representación cultural también trae consigo una demanda urgente: mayor respaldo a los agricultores frente a las heladas, las plagas y la falta de insumos.
“La gente en la ciudad come, pero no se acuerdan de quién siembra. Del campo sale todo lo que nos alimenta”, expresó Rosa Gutiérrez, artesana ayacuchana, mientras mostraba un retablo que ilustra la cosecha del maíz y el trabajo diario de los comuneros. “A veces las heladas malogran todo y no hay apoyo, fracasan los sembríos”, añadió.
La presencia del campesino en estas obras no es solo una tradición artística: es una denuncia visual sobre la situación actual del agro en la región. En cada pieza se representa una escena real, un modo de vida en riesgo por la falta de políticas efectivas.
Gutierrez y otras artesanas venden sus trabajos en el stand 37, parte A del centro artesanal Soshacku Nagase, donde atienden de 8 a. m. a 8 p. m. Además de retablos, ofrecen cerámica, tejidos y tallados en piedra de Huamanga, todos con alto valor cultural y simbólico.
“Queremos que nuestros retablos también hablen. Que la gente que los vea sepa que detrás de cada escena hay campesinos que siguen luchando”, remarcó la artesana.
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