Hoy 14 de agosto, el Santuario Histórico de la Pampa de Ayacucho cumple un nuevo aniversario desde su creación como área natural protegida, bajo la administración del Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (Sernanp) del Ministerio del Ambiente. Situado en el distrito de Quinua, a 37 kilómetros de la ciudad de Ayacucho, este espacio resguarda no solo un episodio decisivo de la historia continental, sino también una riqueza natural y cultural que sigue fortaleciendo la identidad de la región.
En las pampas que hoy forman parte del Santuario, el 9 de diciembre de 1824, tuvo lugar la Batalla de Ayacucho. Allí, el Ejército Unido Libertador derrotó a las fuerzas realistas españolas, sellando la independencia de América del Sur. La histórica Acta de Capitulación se firmó en este mismo lugar, considerado por el historiador José María Vázquez como “la cuna de la libertad americana”.
El historiador José María Vázquez subraya que el valor del Santuario no se limita al obelisco erigido en memoria de los héroes caídos, sino que también abarca “la propia Pampa, escenario de la última batalla por la independencia”. Añade que, a lo largo de la historia, este sitio ha sido motor de desarrollo para Ayacucho:
“En el centenario y el sesquicentenario de la batalla llegaron obras públicas, infraestructura y mejoras que marcaron un antes y un después para la ciudad”.
Aunque pequeño en extensión, el Santuario alberga una notable diversidad biológica. Entre sus especies destacan orquídeas y un colibrí endémico muy buscado por observadores de aves de toda Latinoamérica. También habitan la zona aves y su flora incluye plantas como la salvia de puna y el trébol silvestre.
El jefe del Santuario, Hugo Pastor, explicó que además de preservar este patrimonio, el área cumple un papel económico clave.
“La gestión turística ha permitido incrementar notablemente la llegada de visitantes, lo que beneficia a la economía local y promueve los valores culturales del distrito de Quinua”.
Para garantizar la conservación del ecosistema, el Santuario cuenta con un plan maestro que delimita zonas específicas para el turismo, principalmente alrededor del obelisco y rutas hacia miradores naturales. Esto permite diversificar las experiencias de los visitantes, desde recorridos históricos hasta el avistamiento de aves o la observación paisajística.
El ingreso al Santuario tiene tarifas promocionales: tres soles para residentes de la región, cinco para visitantes nacionales y ocho para extranjeros. La población de Quinua no paga, y existen días de acceso gratuito, como el aniversario del Santuario o las festividades del distrito. También se ofrecen facilidades para grupos escolares y personas en situación de vulnerabilidad.
Pastor destacó que la recaudación es “simbólica”, pero contribuye a financiar personal de conservación, incluidos miembros de la comunidad. Además, los datos de visitantes muestran un crecimiento sostenido: en las últimas Fiestas Patrias y en Semana Santa, la afluencia casi se duplicó respecto a años anteriores, gracias al trabajo conjunto con autoridades regionales y operadores turísticos.
Más allá de su importancia como destino turístico y reserva natural, el Santuario Histórico de la Pampa de Ayacucho es un símbolo de la identidad ayacuchana y peruana. Vázquez hizo un llamado a las autoridades a “escuchar la voz del pueblo y de los profesionales que no están involucrados en política” para que continúen cuidando este patrimonio.
En palabras del historiador, visitar la Pampa de Ayacucho debería ser un compromiso de vida:
“Así como los musulmanes van a la Meca al menos una vez, invito a que todo peruano venga al Santuario, viva su historia y sienta el orgullo de estar en el lugar donde se selló nuestra libertad”.
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