La micro ficción se posiciona con fuerza como una forma de expresión cada vez más reconocida en el Perú y América Latina. Autores como Paola De La Jara y Alberto Benza vienen impulsando este género breve que ha capturado tanto a escritores emergentes como a lectores exigentes.
Paola De La Jara
La escritora arequipeña Paola De La Jara incursiona en el mundo editorial con Brevities, su primer libro de micro ficciones. Este recoge una serie de textos que abordan temas como el amor, el desamor, la nostalgia y la memoria, con una mirada intimista y precisa.
“Me atrajo la microficción porque en su brevedad hay intensidad. Hay que saber elegir cada palabra con cuidado”, comenta De La Jara, quien ha escrito desde temprana edad, pero recién decidió publicar recientemente.
Aunque es administradora de profesión, se define como “escritora de corazón”. Su vínculo con la microficción surgió de forma natural: solía escribir textos cortos sin saber que existía un género específico para ellos.
“Durante mucho tiempo pensé que escribir corto era una limitación. Luego descubrí que era una forma legítima de narrar, y ahí supe que ese era mi camino”, reflexiona.
Para ella, el mayor desafío al publicar fue superar el miedo a exponer sus textos a otras miradas. Hoy, valora el intercambio con los lectores como una parte fundamental del proceso creativo.
“Uno escribe desde su mundo, pero los lectores interpretan desde el suyo. Esa multiplicidad de lecturas es lo más enriquecedor”.
Alberto Benza
Con seis libros publicados y una antología personal titulada Brevedad bajo palabra, el escritor Alberto Benza es una de las voces más consolidadas de la microficción en el Perú. A lo largo de su trayectoria, ha visto cómo el género ha evolucionado desde un formato marginal hacia una forma literaria en plena expansión.
“Lo breve no es menos intenso”, asegura Benza, quien ha centrado su escritura más reciente en microrelatos de corte realista, alejándose del tono fantástico que, según él, ha sido sobreexplotado en el género.
“Ahora me interesa lo cotidiano, lo humano, lo que sucede a nuestro alrededor y que puede cobrar nuevos significados en unas pocas líneas”.
Benza también dirige Micrópolis, la primera editorial peruana especializada en micro ficción. Su creación fue un acto de resistencia frente a un mercado editorial que tradicionalmente ha dado poca visibilidad a este formato.
“Nos decían que apostar por el microrelato era imposible en un país donde no había público para eso. Hoy vemos que muchas editoriales han incorporado colecciones especializadas. Eso confirma que valió la pena insistir”.
Tanto De La Jara como Benza coinciden en que la micro ficción se encuentra en una etapa de madurez en la región. Si antes países como México o Argentina lideraban el género, hoy Perú y Bolivia muestran una producción cada vez más sólida y diversa, con autores emergentes que se suman a la tradición desde nuevas miradas.
“La calidad técnica y la profundidad temática de los nuevos escritores peruanos es comparable con la de otras escenas literarias más consolidadas”, afirma Benza.
La microficción, dice, también representa una herramienta eficaz para acercar a nuevos públicos a la literatura: su brevedad permite una lectura ágil, pero no por eso superficial.
“Es un género exigente, tanto para el que escribe como para el que lee”, añade.
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