El jazz, género musical originado a inicios del siglo XX en Estados Unidos, surgió de una profunda fusión cultural entre las tradiciones africanas y europeas. Basado en la improvisación, el ritmo libre y la interacción creativa entre músicos, este estilo se ha convertido en una de las formas musicales más complejas y expresivas del mundo. A lo largo del tiempo, se le ha vinculado tanto con la música culta como con la popular, ganando múltiples variantes e influencias en cada región donde se desarrolla.
En Ayacucho, la presencia del jazz es aún limitada, pero no inexistente. El músico y compositor Edwin Yupanqui mencionó que hace cerca de 15 años formó parte de Maguaré, “el primer grupo de jazz ayacuchano” del que tiene memoria. Según relata, antes de eso solo se registraban algunas presentaciones esporádicas de músicos visitantes, sobre todo en fechas festivas como Semana Santa.
“La movida del jazz aquí nunca ha llegado a florecer del todo”, explica Yupanqui. Atribuye esta situación principalmente a la complejidad que tiene este género. “El jazz se basa mucho en la improvisación. O sea, sobre una estructura determinada uno comienza a improvisar. Y uno puede practicar horas y horas y nunca se va a parecer el tema”.
Sin embargo, el interés por el jazz persiste en algunos sectores. Yupanqui reconoce que “siempre hay un interés” entre músicos jóvenes y aficionados, aunque muchos lo ven como algo lejano o difícil de abordar. La percepción del jazz en Ayacucho está todavía marcada por confusiones: “Hay cosas comerciales que podemos escuchar en un restaurante, como Bossa Nova, y pensamos que eso es jazz, pero son versiones de rock”.
A nivel nacional, el jazz ha encontrado mayor eco a través de la fusión con ritmos peruanos. “Hay grupos como Perú Jazz y otros músicos”, menciona, como ejemplos de cómo este género ha logrado dialogar con la tradición musical del país.
Para Yupanqui, el verdadero valor del jazz radica en su carácter libre y orgánico.
“Es una conversación. Es improvisación sobre una estructura”, acotó.
Respecto a los instrumentos, sostiene que todos pueden ser parte del jazz. “En el violín, en el ukulele, en el arpa, en la quena, en la zampoña. Literalmente en todos los instrumentos”.
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Finalmente, Yupanqui ofrece un consejo práctico para acercarse al jazz: “Pueden agarrar un tema y con los acordes, ese acompañamiento que tiene, lo memorizan y comienzan a tocar infinito. Y tú comienzas a improvisar ahí. Es investigación en tiempo real, es composición en tiempo real”.
Aunque el jazz en Ayacucho aún busca abrirse paso, voces como la de Edwin Yupanqui evidencian que, con apoyo y dedicación, podría crecer y diversificarse en la región.
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