Inés Virginia Acosta Chávez es una reconocida escritora y educadora ayacuchana que ha compartido pasajes íntimos de su trayectoria literaria, marcada por la sensibilidad poética y un firme compromiso con la defensa del quechua. A sus años, Acosta continúa activa y profundamente vinculada a la cultura andina, como lo ha demostrado a lo largo de décadas de trabajo incansable.
Desde muy joven, la escritura formó parte esencial de su vida, aunque su inspiración estaba fuertemente influida por el clima.
“Cuando el ambiente se ponía triste, nublado, empezaba a escribir poemas… pero cuando había sol, me olvidaba de ser escritora y me iba corriendo a jugar”, recuerda.
Su paso por la Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga fue decisivo. Ingresó en 1966, en un contexto de crisis institucional, y logró culminar su carrera en solo tres años y medio.
“Tenía preocupaciones muy grandes, era hermana mayor y debía apoyar a mis cuatro hermanos menores”, relata.
El vínculo de Inés Acosta con la escritura en quechua se consolidó con el tiempo, especialmente junto a su compañero de vida, el también escritor Antonio Sulca Effio.
“Para escribir mis poemas en quechua, el que me incentivó fue él. Él escribía y me decía: ‘Tú eres mucho sentimiento’”, comparte. A partir de ese estímulo, empezó a escribir con mayor confianza en su lengua materna. “Con solo hablar una palabra en quechua ya estás poetizando la palabra. Y eso hace que tu corazón reviva”, expresa.
Su primer poemario, Pantirway, recoge parte de esa experiencia en la que el idioma quechua se convierte en forma de resistencia, memoria y belleza. Sobre el lugar que ocupa actualmente la literatura en lenguas originarias, reflexiona:
“Está en camino, todavía no ha llegado… pero ya no somos uno ni dos. Ya somos un grupo mayoritario, y donde hay más fuerza, el quechua se impone”.
Inés Acosta fue también la primera mujer en asumir la presidencia de la Asociación de Escritores de Ayacucho (AEDA), durante el periodo 2010–2012.
“Era bastante difícil… estaba en pleno trabajo con mi poemario y me daba miedo que dijeran que era trabajo de Toño. Pero fue Hermógenes Janampa quien me animó a publicarlo. Me dijo: ‘Tu estilo es totalmente diferente’”, recuerda con gratitud.
En un mensaje dirigido a la juventud, hizo un llamado a revalorar el legado de los pueblos originarios:
“El runasimi es la herencia número uno que nos dejaron nuestros antepasados. Si somos peruanos auténticos, empecemos amando lo nuestro… nadie puede amar algo que no conoce.”
Con una vida dedicada a la educación, la poesía y la defensa de la lengua quechua, Inés Acosta es hoy una voz indispensable en la literatura regional, ejemplo de ternura y resistencia desde la palabra escrita.
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