En Ayacucho, los saberes textiles que durante generaciones dieron identidad a las comunidades muestran señales claras de retroceso. En medio de ese panorama, artesanas adultas mayores continúan sosteniendo un arte que, según reconocen, ya casi no se transmite a la juventud. Ese fue el mensaje central durante la jornada cultural realizada en San Juan Bautista, donde mujeres de Pensión 65 exhibieron sus tejidos elaborados a mano.
Mamerta Olimpia Sandoval Amorín, artesana con más de 50 años de experiencia, mostró sombreros, figuras tradicionales y tejidos de pabilo que requieren hasta un mes de trabajo. Explicó que cada pieza exige paciencia, precisión y dominio de puntos antiguos que hoy pocas jóvenes practican.
“La juventud ya no teje; este arte se está perdiendo”, comentó mientras sostenía un tejido con la figura de un pavo real.
La muestra incluyó también trabajos de amigurumi, ponchos tradicionales y prendas elaboradas con técnicas transmitidas oralmente. Para varias de las expositoras, estos espacios no solo revelan su oficio, sino la fragilidad de una tradición que podría desaparecer sin mecanismos de preservación.
El riesgo no es reciente. Según la Encuesta Nacional de Presupuestos Familiares del INEI, solo el 7 % de jóvenes en zonas urbanas practica algún oficio artesanal, y el Ministerio de Cultura alertó que más del 40 % de portadores de técnicas ancestrales supera los 60 años, lo que coloca sus conocimientos en situación de “transmisión crítica”.
Las artesanas participantes insistieron en que el tejido no es solo una actividad económica, sino una expresión simbólica que reúne memoria, técnica y cosmovisión andina. Sin relevo generacional, advirtieron, podría quedar restringido a demostraciones esporádicas.
La jornada concluyó con una exposición abierta al público en la que los asistentes pudieron apreciar sombreros, ponchos, prendas de pabilo y figuras tejidas, parte del repertorio que aún sobrevive gracias al trabajo constante de mujeres que aprendieron la técnica “desde la juventud” y la mantienen vigente pese a los cambios culturales y económicos en la región.
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