Juegos Bolivarianos con mucho ruido pero con poco avance

Juegos Bolivarianos con mucho ruido pero con poco avance


Con el inicio de los Juegos Bolivarianos Ayacucho-Lima 2025 cada vez más cerca, el Instituto Peruano del Deporte (IPD) asegura que las obras avanzan y que el presupuesto está garantizado.

Congreso fue escenario del segundo lanzamiento de los Juegos Bolivarianos

Sin embargo, la magnitud del evento y la corta ventana de ejecución han reavivado el debate sobre si el país está preparado para asumir compromisos de esta envergadura sin repetir viejos errores en la gestión de infraestructura deportiva.

En Ayacucho, se ejecuta la modernización del complejo deportivo “Venezuela”. A esto se suma el terreno adquirido en Lima para levantar el “Centro de Alto Rendimiento de Vela”. Si bien el presidente del IPD, Federico Tong Hurtado, sostiene que el objetivo es garantizar un legado sostenible, la experiencia de los Juegos Panamericanos 2019 sigue fresca: varias sedes quedaron sin un plan claro de uso, convertidas en cargas económicas antes que en activos deportivos.

La descentralización aparece como discurso recurrente, pero su ejecución es incierta. Algunos gestores deportivos advierten que, sin una política nacional deportiva clara de mantenimiento, los polideportivos corren el riesgo de caer en la misma trampa de siempre: recintos sin presupuesto operativo y con escasa articulación al deporte de base.

A nivel político, el desafío es doble. Por un lado, el gobierno busca mostrar capacidad de gestión frente a la región y al país, en un contexto donde la inversión pública es objeto de críticas por su lentitud y poca ejecución. Por otro, el IPD necesita demostrar que el evento no es solo gasto, sino una oportunidad de desarrollo.

La narrativa oficial apunta a que el legado se medirá en formación de atletas y gestores, pero los plazos ajustados y la falta de cuadros técnicos en regiones como Ayacucho ponen en duda que estos objetivos se concretan más allá del papel.

El 22 de noviembre será la prueba de fuego. Los Juegos Bolivarianos 2025 podrían convertirse en un ejemplo de eficiencia y articulación público-privada o en un nuevo recordatorio de las debilidades estructurales de la gestión estatal en el deporte peruano.

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