La doctora en Antropología y profesora de la Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga, Gumercinda Reynaga, ha dedicado su vida a la defensa de los derechos humanos, impulsada por los estragos del conflicto armado interno. Su testimonio es también un reconocimiento a las mujeres campesinas que, pese a la discriminación y el analfabetismo, lideraron la búsqueda de justicia en uno de los capítulos más trágicos del Perú.
“Fue un periodo muy doloroso, pero gratificante en términos de compromiso”, recuerda Reynaga sobre su paso por la Comisión de la Verdad y Reconciliación, donde trabajó codo a codo con mujeres desplazadas, muchas de ellas integrantes de ANFASEP, organización fundada por madres y viudas de desaparecidos. “Eran mujeres que rompieron los estereotipos. Asumieron un rol público de lucha y apoyo, cuando se esperaba que solo cumplieran funciones domésticas”.
En su relato, también hay espacio para el recuerdo y la denuncia. Menciona a la exalcaldesa de Huamanga y trabajadora social Leonor Zamora Concha, quien fue asesinada en 1991 tras asistir a una reunión del Colegio de Trabajadoras Sociales.
“Fue muy doloroso. La universidad debería rendir homenaje a quienes, como ella, fueron víctimas de la violencia y defendieron los derechos fundamentales”.
Reynaga también advierte sobre el retroceso en la lucha por la equidad de género y la desinformación promovida por sectores conservadores, especialmente en torno al llamado enfoque de género.
“No es una ideología. Es una herramienta para comprender la desigualdad y actuar en favor de los grupos vulnerables. Pero ha sido tergiversada, incluso por iglesias radicalizadas que atacan los derechos sexuales y reproductivos”.
Desde su labor académica en la Escuela de Trabajo Social, impulsó desde 1996 la incorporación del enfoque de género en los planes de estudio, así como cursos de derechos humanos y ciudadanía. Sin embargo, reconoce que aún falta mucho para lograr una transversalización real en todas las carreras, especialmente en áreas como Derecho, Educación y Ciencias de la Salud.
“¿Cómo va a intervenir un profesional en casos de violencia si no tiene formación en derechos humanos ni en género?”, cuestiona.
Frente a los traumas persistentes del conflicto, Reynaga insiste en que la reconciliación es posible, pero no como discurso vacío.
“Debemos trabajar desde el Estado y desde la sociedad. Solo con compromiso político, verdad, memoria y justicia, se podrá construir un país menos desigual y verdaderamente democrático”.
Para ella, el feminismo en el Perú ha tenido avances significativos en el ámbito académico, pero sigue enfrentando barreras estructurales.
“Las más afectadas siguen siendo las mujeres indígenas, campesinas, afrodescendientes y pobres. Sufren una triple discriminación: de género, étnico-racial y económica. Es urgente reconocer esa interseccionalidad para avanzar en políticas inclusivas”.
Finalmente, la antropóloga ayacuchana remarca que el país aún carga con heridas abiertas, muchas de ellas invisibles.
“Los traumas del conflicto se heredan. Tenemos jóvenes que se suicidan, que caen en el alcoholismo o la violencia, y eso no se está atendiendo. Necesitamos educación en derechos humanos, memoria activa y un Estado que no sea indiferente ante el dolor de su gente”.
Síguenos también en nuestras redes sociales:
Búscanos en Facebook, Twitter, Instagram y además en YouTube. Únete también a nuestro canal informativo de WhatsApp haciendo clic AQUÍ.